El Encuentro
comenzó con un acto multitudinario al que asistieron más de 6000
personas en el Club Central Córdoba de la capital provincial y finalizó
con un plenario en el que se definió la conformación del Movimiento. En
ese espacio confluirán desde ahora, junto al radicalismo, diferentes
sectores políticos, organizaciones sociales, del trabajo y la
producción.

Las conclusiones expresadas en el documento
final, establecen la necesidad de superar la grieta actual para unir a
los argentinos, recuperar el diálogo, la capacidad de pensar y diseñar
políticas en el corto, mediano y largo plazo, para subsanar las
carencias que soportan desde hace décadas los argentinos.

En
consonancia con las preocupaciones económico-sociales que afectan a
millones de de personas, se impulsará la constitución de un consejo
económico y social que de manera urgente impulse medidas para aliviar la
situación de los sectores más postergados, la clase media trabajadora y
profesional junto a pequeños empresarios que son los sectores más
desprotegidos por la presente administración.
También se señaló la necesidad de llegar a acuerdos que definan políticas de Estado.
Los desafíos y prioridades que se fijaron como metas prioritarias son las de implementar medidas urgentes que tiendan a superar la pobreza, reformar el Estado y erradicar la corrupción con el fin de revertir los actuales niveles de pobreza y desigualdad.
Los desafíos y prioridades que se fijaron como metas prioritarias son las de implementar medidas urgentes que tiendan a superar la pobreza, reformar el Estado y erradicar la corrupción con el fin de revertir los actuales niveles de pobreza y desigualdad.

Miguel Ponce junto a Ricardo Alfonsín y Juan Manuel Casella, entre otros
El encuentro contó con la presencia de importantes referentes políticos y sociales de todo el País entre los que se destacaron Ricardo
Alfonsín (Buenos Aires),Juan Manuel Casella (Buenos Aires), Ariel
García (Tucumán),María Losada (Misiones), Dante Rossi (Córdoba),
Alejandro Vidal (Neuquén), Erasmo Herrera (La Rioja), Silvia Romero
(Catamarca) y Miguel Ponce (CABA), entre otros.
Este es el documento emitido tras el encuentro:
Declaración de Tucumán hacia la Democracia Social
El
radicalismo nació para ampliar los derechos del pueblo, garantizar su
libertad y asegurar su acceso a los bienes materiales con el mayor nivel
de igualdad posible. También, para integrarlo en una sociedad abierta y
solidaria, diseñada a partir de esa visión moral que deriva con
naturalidad del respeto que merece cada ser humano. Esa es su identidad y
su diferencia básica con los conservadores, que en lugar de ampliar la
participación popular, quieren mantener el poder en manos de quienes ya
lo tienen.
A lo largo
de su historia, asumió valores y desarrolló políticas públicas
compatibles con esos objetivos. La definición de su fundador lo
comprometió definitivamente con la causa de los desposeídos. La lucha
por el voto popular, ejecutada con intensidad y coraje por más de veinte
años, instaló la democracia y consagró al primer gobierno de origen
popular.
La Reforma
Universitaria coronó la tarea de integración social y cultural. El
artículo 14 bis de la Constitución Nacional constituyó un programa de
transformación social aun incumplido. El juicio a las Juntas reinstaló
la democracia, concluyó para siempre con el poder militar y consolidó la
vigencia real del estado de derecho.
No todos
fueron aciertos. A lo largo de su historia, la UCR y sus dirigentes
incurrimos en errores, inconsecuencias, fracasos y claudicaciones, Pero
el balance final es positivo: el pueblo argentino contó con un
instrumento político que lo representó con dignidad, respetó sus
derechos cada vez que le tocó gobernar, luchó por su libertad en los
tiempos más duros y riesgosos de la República y defendió siempre la
soberanía de la Nación y sus intereses permanentes.
A partir de
su compromiso democrático, la UCR reconoció un interlocutor básico: el
pueblo. Siempre supo que la legitimidad del poder depende, en su origen,
de la voluntad popular. Para llegar a ella hace falta alcanzar el
corazón y el pensamiento del hombre común con ideas claras y
convocantes, pero también con actitudes coherentes. Entendió el poder
como función y responsabilidad, jamás como acceso a privilegios o
ventajas personales o sectoriales.
La conducta
radical se convirtió en un paradigma apoyado en comportamientos humanos
ejemplares, que en cualquier situación colocaron sus convicciones por
encima de las conveniencias. Nuestra definitiva identificación con el
pensamiento socialdemócrata no es otra cosa que la revalorización y
actualización de la doctrina yrigoyeniana.
En esta
etapa del proceso histórico, el sector mayoritario de la Convención
Nacional decidió que las circunstancias de la vida pública aconsejaban
integrar una coalición política. Toda coalición está constituida por
partidos de orígenes, pensamientos y representatividades distintas, que
en cierto momento coinciden en un objetivo que consideran más urgente
que sus diferencias. Está claro que la coincidencia temporal no implica
declinar la identidad ni abandonar las convicciones.
Está dicho y
reconocido que ese acuerdo político instaló una coalición electoral
exitosa que debió entenderse como punto de partida, pero nunca se
transformó en coalición de gobierno. Primero, por defectos de diseño
original: no existió programa compartido ni mesa de discusión
estratégica, ni acuerdo para la adjudicación de espacios y atribuciones.
En segundo lugar, porque así lo resolvió el presidente de la República
cuando comunicó que gobernarían “los que habían ganado”.
El resultado
es que el radicalismo no participa de la toma de decisiones del
gobierno: los funcionarios o parlamentarios de la UCR que a veces
dialogan con el Ejecutivo no son consultados, sino solo notificados de
las decisiones que se adoptan y en esas condiciones, es obvio que las
diferencias de concepto y de propuesta se acumulan, particular aunque no
exclusivamente, en los planos político y económico social.
No
discutimos la necesidad de corregir los desequilibrios de los precios
relativos y eliminar los déficits fiscal y de cuenta corriente, tanto
como la inflación. Pero la aplicación de políticas de ajuste afecta el
nivel de actividad y consumo, grava al sector productivo con altas tasas
de interés, perjudica el empleo y daña a las PYMES, a la clase media y a
los sectores que viven de ingresos fijos. El esfuerzo por construir una
sociedad justa y equitativa que recupere el concepto de movilidad
social ascendente, será aún más necesario cuando el ajuste ortodoxo
pactado con el FMI agudice el proceso recesivo que ya nos agobia. Es
imprescindible compensar esos efectos con programas que preserven la
calidad de vida y generen recursos genuinos para compensar el déficit,
aportados por los que más tienen.
La pobreza
significa inmoralidad, injusticia y potencial riesgo social. Todos
sabemos que existía antes del gobierno actual, pero lo que hoy importa
es que las medidas que se adopten no constituyan una serie de
improvisaciones poco pensadas y muchas veces tan equivocadas, que
profundizan el daño. Las decisiones deben ser el resultado del análisis
técnico, pero también de la consulta previa y de la ponderación de sus
efectos en el plano social.
Los notorios
conflictos de intereses que involucran a decenas de funcionarios,
contribuyen a poner en duda la objetividad de sus decisiones.
Los
radicales somos corresponsables de esta situación, que la conducción
partidaria aceptó pasivamente. En primer lugar, porque los principales
cargos de conducción están en manos de funcionarios –gobernadores,
intendentes- que en ciertos casos consienten porque dependen del auxilio
financiero nacional y privilegian la continuidad de su función por
encima de la defensa de los legítimos intereses partidarios. Luego,
porque existe un preocupante retroceso conceptual: demasiados dirigentes
colocan sus conveniencias por encima de sus convicciones.
Además,
porque el simple afiliado y militante de base fue convertido en
convidado de piedra sin capacidad de opinión siquiera y la democracia
interna ha desaparecido, como en distritos importantes, lo demuestra la
elección “a dedo” de los candidatos a cargos públicos. En ese campo, el
retroceso ha sido monumental: el pragmatismo domina el escenario.
Un partido
que renuncia a opinar, a criticar y a proponer sirve para muy poco y en
la realidad cotidiana, lo que no sirve tiende a desaparecer.
Ese riesgo
se profundiza cuando admitimos que omisiones de esa naturaleza
interrumpen el permanente diálogo que la UCR ha mantenido con el pueblo
argentino durante más de cien años, poniendo en riesgo su
representatividad social.
Las crisis
de la economía argentina –y sus consecuencias- son recurrentes, pero no
producto de la fatalidad. Se carece de un proyecto integral de
desarrollo del pais. No produce los dólares necesarios para financiar el
crecimiento de una industria con valor agregado, competitiva en escala
internacional, y tampoco los pesos genuinos para sostener un presupuesto
público que genera más gastos que recursos. Por supuesto, los factores
externos influyen, pero el esqueleto de las crisis es ese. Por eso, la
extendida sensación de que siempre tropezamos con la misma piedra.
Los
argentinos debemos recuperar la capacidad de pensar y diseñar el
mediano- largo plazo, porque las deformaciones y carencias que
arrastramos no se solucionan en un solo período de gobierno: vamos a
necesitar más de una generación.
En lo
inmediato, la constitución de un consejo económico y social que de
manera urgente impulse medidas para aliviar la situación de los sectores
ma# postergados.
El
mediano-largo plazo exige acuerdos que definan políticas de Estado. En
primer lugar, la reforma del propio Estado, agobiado por la ineficiencia
y la corrupción; una política de crecimiento y distribución que termine
con la inmoralidad del atraso, la pobreza y la creciente desigualdad,
anclados sobre un territorio potencialmente rico; una profunda reforma
del modelo educativo, que debe convertirse en un sistema –gratuito y de
alcance universal- de formación permanente; una política demográfica y
territorial que corrija las enormes deformaciones causadas por la
urbanización anárquica. Los recursos presupuestarios genuinos deben
provenir de una reforma impositiva que coloque la carga tributaria sobre
los patrimonios, no sobre el trabajo, así como de la mayor eficiencia y
transparencia en el gasto y la inversión públicas.
El futuro no
es puro resultado del azar. Los argentinos podemos construirlo. En ese
marco y en búsqueda de ese objetivo, la UCR no debe claudicar.
Radicales
de todo el pais consideramos que este documento es el punto de partida
para construir un MOVIMIENTO SOCIALDEMÓCRATA NACIONAL donde junto al
Radicalismo confluyan otros sectores políticos, organizaciones sociales,
y del trabajo y la producción afines.
Este movimiento socialdemócrata debe ser una opción para el próximo turno electoral y el camino virtuoso hacia el futuro.
San Miguel de Tucumán, 29 de Septiembre de 2018
fuente: https://actualidadpolitica.com.ar/2018/09/30/radicales-rebeldes-exigen-un-nuevo-pacto-social/
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